martes, 13 de julio de 2010

Policia: Si no te paras te mato

Los riesgos son grandes.

Si transitas de noche en vehículo de motor y en zona oscura y una patrulla policial te ordena que te detengas y no lo haces, corres el riesgo de que te disparen a matar.

Si andas a pie en un barrio pobre y no eres blanquito ni tienes pinta de riquito, corres el riesgo de caer en una de las tantas redadas montadas para apresar cientos de jóvenes y luego cobrarle por su libertad.

Si se te ocurre llevar contigo algún paquete con algo de valor y andas algo desaliñado te detienen bajo acusación de robo.

Si la Policía anda persiguiendo un delincuente y por mano del diablo las señas del mismo (color del vehículo, estatura, color de piel y forma de vestir) tiene algún parecido contigo y tus circunstancias, corres el riesgo de que te acribillen a balazos.

Si la unidad policial con que te topas es una de esas que se dedica a atracar, te quietan todo lo que llevas y hasta te pueden violar y matar.

Si alguna vez te han hecho una ficha en la Policía, te consideran delincuente para toda la vida, te apresan todas las veces que ellos quieran e incluso si te encuentran mal parado te mandan para el otro mundo.

Si cometes cualquier delito menor o mayor, y la patrulla que te persigue es de “vena” criminal, no importa que estés desarmado, te liquidan y dicen que fue un “intercambio” de disparos”

Si eres un “palomito”, tu vida siempre estará en riesgo.

Si eres un delincuente y no pagas peaje, te condenan a muerte.

Si la Policía quiere hacer alarde de lucha contra la delincuencia se ceba contra la gente pobre, preferiblemente contra jóvenes negros, mulatos, “mal vestido”, con aretes, despeinados o con peladas “caliente”, o con “porte de tiguerón”.

La única delincuencia existente, no sola para la Policía, sino dentro de los voceros de la ideología y la cultura dominante, es la que se manifiesta en los barrios marginados y viene de ellos.

Ser joven, pobre, negro, mulato, con afro, con trenzas, con “dreads”, con “piercings”, con cadenas, con “bolos”… equivale a ser “blanco de ataque” de la PN y demás autoridades.

Ser haitiano es peor que delinquir. Igual ser homosexual.

Pero existe además un delito muy especial ser “greñú”.

Le pasó a David, un joven teatrista.

Caminaba por el Parque Independencia y lo detuvo una patrulla.

Le pidió la cédula y él se la enseñó. Luego le preguntó que hacía en la vida y él le mostró un carnet del Instituto Tecnológico de Las Américas (ITLA). Pero de todas maneras se lo llevó al Destacamento de San Carlos, sin decirle por qué.

En el camino David insistió en que le dijeran el motivo de su detención y uno de los policías le dijo que porque tenía la “moña” muy grande. Pensó que era un relajo.

Ya en el cuartel pudo hablar por teléfono con un Ayudante del Fiscal, que a su vez conversó sobre el caso con el oficial de turno y éste le reiteró que David estaba preso por “moñú”. El fiscal, sin alarmarse por lo acostumbrado, recomendó su libertad, sin que su opinión se acatara de inmediato.

Así las cosas y las mentes policiales, simplemente por “moñú, con menos suerte que David, cualquier mortal puede recibir una paliza o una buena dosis de proyectiles. Pero esta vez, además de la “ayuda que significó la sugerencia del fiscal, el oficial tenía hambre y sugirió que el preso le diera de comer para entonces resolver.

David tenía solo 100 pesos de capital y no le quedó más remedio que entregárselo al oficial.

Entonces, solo entonces, fue puesto en libertad.

A David, con to y “moñú”, ciertamente en este clima le fue muy bien. Otros han tenido peor suerte y hasta han perdido la vida por su “greña”.

Pero pese a todo esto, ustedes deben creerle al Mayor General Guillermo Guzmán Fermín, alías “el cirujano”, cuando le dice que él nunca ha ordenado disparar a matar.

Tiene razón: el problema no es de órdenes sino que las balas de sus subalternos tienen la cualidad de ser atraídas por los cuerpos de esos muchachos pobre, negros, “greñuces” y “mal vestidos” que deambulan por esos callejones de Dios.
Igual pasa, lamentablemente, con sus trompadas, “chuchazos”, planchas calientes, macanazos y bates de aluminio. No hay manera de evitarlo.

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